Ayer revisando mis archivos, me topé con una carpeta que confieso tenía olvidada.
Al ver aquellos trabajos, mentalmente me trasladé a un tiempo en donde me recuerdo sentado frente al tablero de dibujo, rodeado de pinceles, lápices, tintas y papeles, siempre iluminado por aquella lámpara que no se apagaba ni de día ni de noche.
No puedo negar que tener enfrente estos cartones amarillentos -y al verlos con otros ojos-, me embargó una emoción de respeto por esos trazos que supo hacer aquella persona que alguna vez fui.
Recuerdo como dibujaba esqueletos al lápiz para después tirar líneas seguras tratando de darle vida a seres nacidos de mi imaginación, venidos tal vez del juego sombrío de algún rompecabezas mental.
Veinte años han pasado ya, según delata la fecha que acompaña a mi firma, muy cerca de un supuesto "nombre" elegido para cada bestia, quien sabe porqué motivos; tal vez sean nombres dictados por ellos mismos.
Quise rescatarlos escaneando cada papel, respetando líneas y colores originales para sacarlos nuevamente a la luz. Considero que hago honor al volverlos a la vida. Siento que todavía tienen fuerza. Los oigo resoplar con bufidos extraños y caminares de pesados trancos, así como alguna vez supe oírlos llegar para terminar finalmente uniéndose a esos mundos que suman como trabajos.
A pesar que hoy vuelven a estar acomodados prolijamente en cajas apartadas de la vista, pienso que en parte, ellos también ayudaron a crear al que hoy en día soy.

Galumigona tornasolado

Centripoide tentacular veteado

Zondo acorazado

Galdeimo boreal

Decorodonte ungulado

Faremoide membranocauda

Zalpeido gris

Celápodo escamado

Dándamo

Ordemón

Galpa nocturna

Crassusdentis tridacto

Ordomandámini jaspeado

Chiôordo

Gumpo sobarbo

Pampaido albino

Ciñodelio dactóptero

Tetrapidermun Tricornio