Algunos temas resultan más atractivos que otros, y ninguno tan cautivador como la muerte.
Pero ¿que se entiende por muerte? De principio, -para algunos- la acepción segura es la del cambio, la transmutación, la transformación… una especie de metamorfosis hacia lo desconocido, por lo que representa directamente a la muerte física. Para otros, simplemente el regreso a la nada absoluta.
Pero la muerte no es únicamente ese suceso o acontecimiento que llega sólo al final de una vida… la muerte está presente a cada minuto y nos escolta en cada momento. Es que se vive y se muere permanentemente. Es parte del proceso de la vida, ¿o tal vez ambas condiciones son intrínsecamente indivisibles?
Explorando los rincones de una ciudad dentro de otra, con la diferencia que la primera permanece indolente en el corazón de una urbe a destiempo, reconociéndose en si misma como dueña de su propio conjunto, a pesar de que sus protagonistas ya no estén parados en el umbral de los acontecimientos… ¿o si?
Estas son algunas preguntas que merodean visualmente en este corto que es en si mismo, una búsqueda.
Explorando los rincones de una ciudad dentro de otra, con la diferencia que la primera permanece indolente en el corazón de una urbe a destiempo, reconociéndose en si misma como dueña de su propio conjunto, a pesar de que sus protagonistas ya no estén parados en el umbral de los acontecimientos… ¿o si?
Estas son algunas preguntas que merodean visualmente en este corto que es en si mismo, una búsqueda.
Quiero agradecer especialmente al realizador audiovisual Diego Jiménez, compañero y amigo que puso a mi disposición su buena voluntad, que a la par de su inagotable talento, me ayudó a conformar esta pieza fílmica que encierra un afecto especial de mi parte, por ser esta mi primera experiencia directa en nuevos formatos.