LA COPA

Existe una necesidad por parte del hombre de anclarse a sus emociones.

No deja de resultarnos cuanto menos curioso o paradójico el contraste que dejan estas frecuentes actitudes de dolor, angustia, pena o incluso depresión frente a estos sentimientos que, sabiéndolos irreversibles, igual siguen siendo tentadores al alma.

Posiblemente porque encierren un dejo de esperanza el volverlos a revivir. De hecho, todo recuerdo nos sitúa en ese estado de conciencia similar al momento que se refiere en la memoria.

Podríamos decir que la clave de liberación personal radica en sintonizar con la conciencia lúcida. Pero aunque lo tengamos muy claro y asumido, lo cierto es que siempre surgirá una duda: ¿Quién puede tener la mente lo suficientemente lúcida y liberada como para usarla plenamente aquí y ahora mientras existan partes de la conciencia, capacidades o habilidades bloqueadas por ciertas vivencias traumáticas del pasado?
De eso trata este corto, de las angustias que de una u otra forma nos acompañan a lo largo de las diferentes vidas vividas por una persona y que permanecerán a nuestro lado reviviéndolas una y otra vez, hasta que llegue ese día balsámico en que podamos finalmente superarlas.



Este trabajo experimental no podría haber sido posible sin la asistencia directa de Diego Jiménez, realizador audiovisual amigo con el que de un primer momento a éste, acompaña mis dudas (técnicas y existenciales) creando juntos y sin proponérnoslo un vínculo cercano a los afectos.
Vaya también mi agradecimiento especial al Sr. José Verón que aceptó ser mi actor -aunque improvisado- enteramente avocado a su papel.


Y Por supuesto a Paola Verón, que de un tiempo a esta parte, escolta mis aventuras -realizativas y de vida- con esmero y atención, brindándome su compañía e infinito amor.


"La Copa"